La revolución de las calles compartidas: un enfoque inclusivo para la movilidad urbana
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En el entramado urbano de nuestras calles se presentan peligros y miedos, pero también se despliegan oportunidades de acceso, libertad de expresión y alegría. Cada una de ellas es un camino que conduce a los destinos deseados, necesarios y anhelados por sus personas. Sin embargo, transitar por la ciudad está lejos de ser equitativo para todxs. Las calles se transforman en escenarios plagados de peligros, donde los ruidos molestos y el caos de las grandes ciudades se entremezclan. En este contexto, es fundamental que la planificación urbana asuma un rol protagónico para garantizar una movilidad accesible y sostenible para todos y todas.
Para asegurar esta movilidad, una acción destacada son los espacios compartidos, comúnmente conocidos como “calles compartidas”. El término fue acuñado inicialmente en 2003 por Ben Hamilton-Baillie y retomado en 2015 por Dérive LAB con el desarrollo del primer manual de Calles Compartidas.
El concepto de calles compartidas representa un cambio revolucionario en nuestra percepción y vivencia de las vías urbanas. Se trata de una práctica que implica planificar, diseñar y gestionar las calles de manera que todos los modos de transporte y usuarios tengan igual acceso a la movilidad urbana. Estas calles no solo garantizan la seguridad y comodidad, sino que también crean un entorno inclusivo y accesible para todos los usuarios: peatones, ciclistas, automovilistas, personas con discapacidades y muchos otros. Es un enfoque que rompe barreras, fomenta la convivencia y promueve la equidad en el espacio público.
Planificar la movilidad implica mucho más que seleccionar donde poner una parada de colectivo o hacer mano única una calle para los autos, es pensar cómo las personas se comunican e interactúan entre sí. Mientras miles de personas luchan a diario contra los obstáculos de las calles, el reloj sigue avanzando. La planificación urbana se convierte en un imperativo inaplazable para salvaguardar la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos y el tiempo es el actor protagónico.
Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la mayoría de los argentinos emplean más de un día por mes solo para trasladarse a sus lugares de empleo. Si se calcula de manera anual, los argentinos destinan entre 9 y 16 días tan solo en trasladarse al trabajo y regresar a sus casas, dependiendo de la zona geográfica del país en la que residan. Otro ejemplo es México, donde un mexicano tarda aproximadamente 88 minutos al día en viajar en el transporte público, mientras que el 30% hace más de dos horas y espera 11 minutos en las estaciones del Metro.
Además de la limitación de tiempo, existen otros desafíos que obstaculizan la movilidad de los ciudadanos en las calles. Según datos oficiales de la OMS, cada año se producen alrededor de 1,3 millones de muertes debido a colisiones de tránsito, siendo los peatones, ciclistas y motociclistas los más vulnerables. Esta problemática se agrava aún más en las regiones del Sur global, donde, a pesar de que representan aproximadamente el 60% de los vehículos en circulación a nivel mundial, se registra el 93% de las defunciones relacionadas con estos accidentes.
En una región caracterizada por la falta de infraestructura adecuada, escasez de recursos, desigualdad socioeconómica y democracias débiles, la planificación de la movilidad se convierte en un desafío significativo. En este contexto, la creatividad se vuelve fundamental para lograr resultados notables con recursos limitados, convirtiéndose en la estrategia principal a emplear.
Curitiba: Mucho más que simples calles
Un ejemplo concreto es la ciudad de Curitiba. Esta ciudad es especialmente conocida por ser un caso de éxito de implantación de una propuesta de urbanismo sostenible. Se ha aplicado una política urbana sensible con el ambiente y que cuenta con la participación de la ciudadanía.
La ciudad brasileña ha sido pionera en la implementación de un sistema integrado de transporte público, que incluye autobuses rápidos y eficientes, y carriles exclusivos para bicicletas. La ciudad también ha implementado zonas peatonales en áreas turísticas y comerciales, lo que ha mejorado la seguridad y la calidad de vida de los residentes.
Uno de los puntos a destacar es el Plan de Ciclovías innovador en la región. El mismo cuenta con una micro-red ciclista con 19.5 kilómetros de ciclovías que unen diferentes partes de la ciudad, una plaza de ciclistas y estacionamiento para bicicletas en todos los puntos de la ciudad para mejorar la accesibilidad de las mismas.
Tuxtla Gutierrez: Habitar el espacio
La ciudad mexicana muestra otra forma de cómo con poco se puede lograr cambios gigantes. A través de una iniciativa de participación ciudadana liderada por Dérivé Lab junto al gobierno local de Tuxtla, se implementó un piloto de calle compartida que se logró a partir de pintar una cuadrícula amarilla y la fabricación e instalación de mobiliario urbano y vegetación.
De esta manera, la ciudad logró mejorar las condiciones de seguridad vial a través de la disminución de la velocidad de los autos, y mejorar el acceso y el derecho a la calle para todas las personas. Así, se generó más espacio para el descanso, el ocio y la convivencia en lugares que normalmente estaban ocupados por autos estacionados.
La gobernanza de la movilidad del Sur
Desde CILA creemos que es imperativo abordar esta problemática desde una perspectiva integral. Esto implica la colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales, expertos en transporte y la sociedad civil para implementar políticas y medidas que garanticen la seguridad vial y promuevan la movilidad sostenible. Solo a través de una gobernanza de la planificación urbana inteligente y comprometida podremos construir ciudades seguras, inclusivas y respetuosas con el bienestar de todos sus habitantes.
Por Trinidad Reynoso Castillo, Analista Sr. de CILA – Asuntos del Sur.