La ciudad como entramado de miedos y deseos
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Solemos definir las cosas por lo que no son, comparándolas con sus opuestos. En el caso de las ciudades, lo urbano se define en oposición a lo rural. Esto no hace más que reducir la complejidad de las ciudades. En el imaginario colectivo lo urbano se asocia a toda la vorágine que hace a la ciudad: polución, edificios, cemento, manifestaciones, caos. Al final, reducimos lo urbano a estructuras, sistemas de recolección de residuos y, si tenemos suerte, espacios verdes.
Italo Calvino propone una conceptualización distinta, algo menos física y más emocional: “Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos”. Así, tenemos en cuenta no solo las actividades que en ellas se desarrollan, sino también la manera particular en que los ciudadanos interactúan entre sí. Porque finalmente “Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra” (Las Ciudades Invisibles).
Entonces, las ciudades son un entramado de sucesos precisos y concretos. Salgo a la calle y no puedo transitar. Voy el sábado a un recital en la plaza. Busco a mi amiga en el taxi y sufro violencia. En las calles vemos un ir y venir de pequeñas cosas que se articulan entre sí y devienen en diversas complejidades, difíciles de representar en una sola definición.
Si bien, en la práctica, la ONU define una ciudad a través del grado de urbanización, -un área geográfica con una población de al menos 50,000 habitantes en áreas contiguas densamente pobladas (más de 1,500 habitantes por kilómetro cuadrado)-, es fundamental tener en cuenta todos los componentes mencionados, ya que una ciudad es mucho más que “la ausencia de distancia física entre personas” como propone Ed Glaeser. La ciudad late, está en constante transformación y desde CILA no sólo contamos sus habitantes sino sus historias.
La trampa de las ciudades
El urbanismo viene a ofrecer nuevas formas de inclusión social, mayor igualdad entre las personas, mejor acceso a los servicios, nuevas oportunidades, y progreso. Si bien estas consignas están presentes en el mundo, particularmente, en el Sur Global la realidad es otra, la trampa de las ciudades es que estas son fuente de desigualdad y exclusión social.
En América Latina las ciudades han sido producto de personas que migraron con la esperanza de un futuro mejor, sin una óptima planificación urbana, sin planes de mitigación del cambio climático y catástrofes, pero con el ideal de que la ciudad les iba a dar todo lo que necesitaban. Sin embargo, sabemos que la realidad no fue tal.
Hoy, en las ciudades vive más de la mitad de la humanidad, y se espera que la población urbana mundial pase del 56% en 2021 a casi el 70% a mediados de siglo, lo que representará otros 2200 millones de personas congregadas en ciudades, principalmente en África y Oriente Medio (ONU Hábitat). De los 883 millones de personas que viven en barrios marginales – principalmente en Asia oriental y sudoriental – sumaríamos más personas hacinadas, con brechas de desigualdades más altas, en ambientes más contaminados.
Es cierto que las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento económico, ya que contribuyen al 60% aproximadamente del PBI mundial, pero, ¿a qué costo? También representan alrededor del 70% de las emisiones de carbono mundiales y más del 60% del uso de recursos. Al final, “la crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza” (Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles).
¿La respuesta sigue siendo más urbanización? A lo mejor una urbanización más eficiente, inclusiva y que tome las voluntades de la ciudadanía. Es fundamental contar con actores involucrados a conciencia para actuar colectivamente sobre los espacios de forma integral. Ya sea sobre cómo queremos habitarlos -trabajando sobre las necesidades, dolores y deseos de la comunidad beneficiaria-, hasta el uso y sostenibilidad de estos espacios. Solo así podremos empoderar a la ciudadanía para transformar el presente y mejorar el futuro.
Transformar las ciudades desde y para el Sur
Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, dice “las ciudades son fundamentales para prácticamente todos los retos que enfrentamos, y son esenciales para construir un futuro más inclusivo, sostenible y resiliente. Pero las ciudades no pueden hacerlo solas. Necesitan un apoyo más coordinado de todos los niveles de gobierno, asociaciones más sólidas con el sector privado y la sociedad civil, y un mayor espacio fiscal y político para llevar soluciones a escala”.
Desde CILA apostamos por el trabajo en red, la colaboración entre miembros de ciudades de todos los sectores en pos de transformar los espacios del Sur. Buscamos generar una comunidad para potenciar intercambios entre miembros de organizaciones de la sociedad civil, ciudadanos activos, funcionarios y equipos de gobiernos locales, representantes de organizaciones de cooperación internacional, y cualquier persona interesada en accionar las ciudades.
A través de la generación de espacios multiactorales se potencia el margen de transformación de las ciudades ya que generamos espacios de inteligencia colectiva poniendo a la ciudad como objeto de todos los ojos. Al final, todos estos actores buscan lo mismo: mejorar la realidad del vecino y vecina del barrio, tener un espacio verde cerca, sentirse segura cuando camina a la noche. Lo mundano, lo pequeño, lo local es lo que todos y todas queremos transformar.
Porque, a fin de cuentas, los cambios tangibles surgen desde lo local. Desde la ciudadanía organizada tratando lo colectivo para transformar “la ciudad de la furia” a través de herramientas propias del sur, y así romper con la trampa de la ciudad. Actores activos que revolucionan el espacio público, se lo apropian y generan los cambios sociales necesarios para lograr ciudades más abiertas, democráticas, inclusivas y sostenibles. Las ciudades son complejas, esto es un hecho. Por eso, la transformación se debe dar de manera activa.
Por Trinidad Reynoso Castillo, Analista Sr. de CILA.